
Su obra impresa apareció a lo largo de un periodo de tiempo sorprendentemente corto (1614 - 1620), apenas seis años en los que vieron la luz títulos apoteósicos de la literatura hermética como Septimana Philosophica, Arcana Arcanissima, Viatorum, Lusus Scrius, Symbola Aureæ, Themis Aurea, o De Circulo Physico Cuadrato. Son ediciones excelsamente cuidadas, verdaderas obras de arte que hoy día alcanzan precios exorbitantes en librerías especializadas y en casas de subastas. De entre todas ellas, Atalanta Fugiens ocupa un lugar destacado para los discípulos de Hermes.
Atalanta Fugiens o La Fuga de Atalanta se imprimió en 1618 por Hieronymus Gallerus con edición de Johann Theodorus de Bry, y se dedicó a los miembros del consistorio imperial de Mühlhausen, especialmente a Christophorus Reinhart, jurista y conde palatino.
Se trata de una obra de arte "total" en el que se asocian imágenes, texto y música con el fin, según Maier, de abrazar a la vez los tres objetos de los sentidos más espirituales, a saber: la vista, el oído y la inteligencia misma. En este sentido, se considera como un ejemplo de multimedia antigua.
La composición del libro es, básicamente, la siguiente:
- Una portada que es verdaderamente el primer emblema de todo el conjunto. Se trata de diversas escenas, distribuidas alrededor del título, en las que se escenifica el mito de Atalanta tal y como lo relata Ovidio en las Metamorfosis (Libro X, capítulo X). Se acompaña de un largo epígrafe.
- Un prefacio al lector, que llega hasta la página undécima, donde Maier explica el sentido de su libro y la manera en la que debe leerse.
- Un verdadero manual hermético audiovisual en cincuenta cuadros divididos en dos partes dispuestas sobre páginas enfrentadas, a saber: a la derecha un emblema con su mote, su epigrama en latín, y a la izquierda una pieza musical (la fuga) con el mismo mote y epigrama traducidos al alemán.[1]
El mito que inspira la obra
En la mitología griega, Atalanta fue una heroína vinculada al ciclo arcaico, consagrada a Artemisa y reconocida por sus inmejorables habilidades para la caza.
Sus orígenes descienden de Árcade, y de Clímene. Para Eurípides y otros, su padre es más bien Ménalo, por quien la isla Ménalo fue nombrada. Sin embargo, la versión más difundida, especialmente desde Hesíodo, es la de que Atalanta es hija de Atamante y Temisto, gracias a lo cual se relaciona con la cultura beocia.
Su padre quería únicamente hijos varones y por eso, al nacer Atalanta, la abandonó en el monte Partenio a su suerte. Pudo sobrevivir gracias a que una osa la cuidó y la amamantó, hasta que unos cazadores la encontraron y decidieron criarla.
Una vez que se convirtió en una bella y ágil mujer, Atalanta decidió no casarse y mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la cacería, Artemisa, a quien emulaba con sus acciones. Por ello, Atalanta vivía en el bosque cazando y llegó a ser una de las cazadoras más renombradas de la antigüedad.
Como mujer se enfrentó a muchos peligros, como cuando dos centauros —Reco e Hileo— quisieron violarla, pero pudo defenderse gracias a sus inigualables habilidades y mató a los centauros con sus flechas. Su fama se difundió sobre todo después de participar en la cacería del jabalí de Calidón y después de obtener el premio a la carrera en los juegos fúnebres organizados en nombre de Pelias, donde compitió con Peleo, padre de Aquiles, el de los pies ligeros, héroe del ciclo troyano.
Además de estar consagrada a Artemisa, lo que implicaba que debía mantenerse virgen, le predijo un oráculo que el día en que se casara, iba a ser convertida en animal. Por ello, y para evitar cualquier pretendiente, anunció que su esposo sería sólo aquel que lograra vencerla en la carrera, con la condición de que si ella triunfaba, debía matar a su oponente. Sin embargo, a pesar del peligro, muchos lo intentaron e irremediablemente perecieron, porque era invencible, aún cuando les daba alguna ventaja al inicio de la carrera.
Hasta que llegó el momento en que apareció el joven que logró vencer a Atalanta en la competencia. Este apuesto joven llamado Hipómenes decidió probar suerte en la carrera para obtener la mano de Atalanta, pero tenía una gran ventaja y es que llevaba con él unas manzanas de oro que le había regalado Afrodita, diosa del amor, y que procedían del jardín de las Hespérides, y con ellas engañó a Atalanta; cada vez que la joven le iba a dar alcance, Hipómenes dejaba caer una de las manzanas, que Atalanta se detenía a recoger fascinada por su belleza. Mientras ella se distraía con cada manzana que caía, el joven pudo vencerla y así obtuvo su mano.
La pareja muy enamorada vivió feliz durante un tiempo, compartiendo sus cacerías y hazañas. En una de estas persecuciones, los esposos entraron en el santuario de la diosa Cibeles[2], y enamorados como estaban se detuvieron y gozaron de su amor. Cibeles montó en cólera por el sacrilegio y transformó a la pareja en dos leones para condenarlos a tirar de su carro.
Atalanta dio a luz un hijo, Partenopeo, que participó en la primera expedición de los siete contra Tebas. A veces se dice que este niño fue fruto de su matrimonio, pero también hay leyendas que indican que es hijo de Ares o de Meleagro.
Atalanta fue tan importante que de hecho hay varios mitógrafos, como Apolodoro de Atenas, que la incluyen entre los Argonautas, grupo de héroes de la antigüedad que partió en un difícil viaje en busca del vellocino de oro. Ella, como era de esperarse, fue la única mujer que participó en esta travesía.
En Epidauro, estaba la fuente de Atalanta, y se decía que en una cacería, la joven tuvo sed por lo que golpeó la roca con su jabalina, de donde brotó al instante la fuente.
Atalanta es de gran importancia, pues simboliza la mujer contestataria que se rebeló contra todos los esquemas patriarcales de la Grecia Antigua y logró obtener el respeto de sus contemporáneos así como de la posteridad.

LA FUGA DE ATALANTA.
LOS NUEVOS
EMBLEMAS
DE LOS SECRETOS DE LA NATURALEZA
QUÍMICA,
Acomodados en parte a los ojos y al intelecto con figuras
incisas en cobre, con sus epigramas y notas; en parte al
oído y al recreo del ánimo con unas cincuenta fugas musicales
a tres voces, dos de las cuales se corresponden para ser cantadas
en dísticos con una sola melodía, no sin alegría singular para la vista,
la lectura, la meditación, el pensamiento, el juicio, el canto y el oído.
Autor
Michael Maier
Médico de su Majestad, al Consistorio Imperial.
OPPENHEIM.
Impreso por Hieronymus Gallerus,
con la edición de Johann Theodorus de Bry,
1618.

EPIGRAMMA AUTHORIS
Hesperii precium iuvenis tulit impiger horti
Dante Deá pomum Cypride tergeminum:
Idque sequens fugientis humo glomeravit adora
Virginis, hinc tardas contrahit illa moras:
Mox micat is, micat haec mox ante fugacior Euris,
Alteratum spargens aurea dona solo,
Ille morabatur vestigia lenta puellae
Rursus at haec rursus dat sua terga fugae;
Tertia donec amans iterârit pondera, cessit
Victori merces hin ATALANTA suo.
Hippomenes virtus est sulphuris, illa fugacis
Mercurii, in cursu femina victa mare est.
Qui postquam cupido se complectuntur amore
In fano Cybeles corrigit ira Deam;
Pelle leonina vindex & vestiit ambos,
In de rubent posthac corpore, suntque feri.
Hujus ut exprimeret simulacra simillima cursus
Voce tibi ternâ dat mea Musa fugæs:
Una manet simplex pomúmque refert remorans vox,
Altera sed fugiens, tertia ritè sequens.
Auribus ista tuis, oculísque Emblemata prostent,
At ratio arcanas expetat inde notas:
Sensibus haec objecta tuli, intellectus ut illis
Illicibus caparet, quae preciosa latent.
Orbis quic quid opum, vel habet Medicina salutis,
Omne Leo geminus suppeditare potest.
Llevó el inteligente muchacho las tres manzanas del Huerto de las Hespérides que le había regalado la diosa Cipris, y las puso en el suelo ante la carrera de la virgen en fuga para que se demorara recogiéndolas. Ahora brilla ésta, luego ésa, después aquélla, él ha esparcido los áureos dones por el suelo delante de la que va más rápida que los Euros. Así demoró los pasos de la joven, a la que hizo detenerse, y luego reemprender la carrera.
Cuando el amante hubo repetido tres veces la añagaza, Atalanta se entregó como premio a su vencedor. Hipómenes es la virtud del azufre; ella el mercurio volátil, la hembra vencida en la carrera por el macho. Luego que estos se abrazan por causa del deseo amoroso en el santuario de Cibeles, encienden la ira de la diosa, que para castigarlos viste a ambos con piel de león, por lo que sus cuerpos enrojecen y se vuelven fieras.
A fin de expresar fielmente las escenas de esta carrera, mi musa os ofrece una fuga a tres voces: una permanece única y corresponde a la voz de las manzanas; la otra, a la que huye, y la tercera, a quien la sigue. Esto es para vuestros oídos, y hay algunos emblemas para que los tengáis ante los ojos, pero de ahí ha de sacar la razón las señales arcanas.
Estos objetos son llevados a los sentidos para que, utilizados como reclamos, el intelecto recoja las preciosidades recogidas en ellos. La superficie de la tierra tiene toda clase de riquezas, y la medicina posee la de la salud: el león doble puede proporcionarlo todo en abundancia.
Continúa:
- Atalanta Fugiens (I - X)
- Atalanta Fugiens (XI - XX)
- Atalanta Fugiens (XXI - XXX)
- Atalanta Fugiens (XXXI - XL)
- Atalanta Fugiens (XLI - L)
Notas.
[2] ↑ N. del Ed. O, según la versión, de Zeus.
Referencias.
-Revista Azogue, José Rodríguez Guerrero
-The Alchemy Web Site, Atalanta Fugiens
-http://www.kunstderfuge.com/maier.htm